Biblioteca Popular José A. Guisasola

Campus virtual
Coordinadora: Julia Martín
Tallerista becada: Mónica Yacob



María y sus hermanas dejaron de ser niñas el día que su abuela les dijo que su madre había muerto.

Pasaron unos años y una tarde, María, que era la menor de cuatro hermanas, preguntó:

—¿Abuela, de qué murió mamá?

—¡Eso a vos no te importa! —gritó la anciana enojada.

Su abuela siempre la trataba mal porque era el calco de su madre y, además, era la única de las hermanas que la desafiaba con sus inoportunas preguntas.

Un verano, María decidió buscar la tumba de su madre en el Cementerio del pueblo cuando de la nada apareció una mujer.

—¿Cuál de las hermanas sos? —preguntó.

—A usted qué le importa.

—Ah, seguro sos María, recuerdo que tenías carácter fuerte ya de chiquita.

—¡Espere! —gritó María— ¿Quién es usted?

Pero la mujer desapareció entre las sepulturas y dejó a María rodeada de un viento helado.

María estaba aterrada, pero volvió a indagar a su abuela.

—Dime la verdad de la muerte de mi madre.

—¿Ah, querés la verdad? A tu madre la mataron por puta y bien merecido lo tenía y no la nombres más.

Desde ese momento María comenzó a encontrarse en todos lados la misteriosa dama. Ella aparecía de la nada vestida de negro con un velo que le cubría la cabeza. No hablaba, sólo se paraba frente a ella y luego desaparecía tras un muro de fría neblina como si fuera un fantasma.

Un día se lo contó a sus hermanas.

—Hay una mujer rara que la encuentro siempre y lleva el velo de mamá.

—Ya estás imaginando tonterías —dijo una de las chicas.

El tiempo pasó, su abuela murió y ellas crecieron. De a poco, la mujer misteriosa, dejó de aparecer.

Una noche estaban reunidas en la sala cuando la puerta se abrió de golpe, dejando entrar un viento helado y ahí estaba la dama de negro.

—Es ella —dijo María sobresaltada.

—¿Quién es usted y que hace con el velo de mi madre? —gritó.

La dama con vos gélida susurró:

—Soy su madre y vengo a contar mi verdad. Cuando era joven me casé con el hombre equivocado, el me engañó y golpeó muchas veces. Un día decidí huir con ustedes, pero él me lo impidió y me asesinó.

—Es mentira —gritaron todas.

—¿ Por qué no se quita el velo? —inquirió la hermana mayor.

La mujer soltó una risa siniestra mientras se sacaba el velo. Para sorpresa de las jóvenes era el mismo rostro de María.

Luego volvió el viento y ella desapareció entre la niebla, dejando sin aliento a las chicas.




Texto: Mónica Yacob
El Perdido, Julio 2016









Créditos: BibliopequeVAGABUNDIA Codrops ❘ Ilustración: ©Sofía Escamilla

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