Biblioteca Popular José A. Guisasola

Campus virtual
Coordinadora: Julia Martín
Tallerista becada: Mónica Yacob







Ese invierno fue el más duro y triste que había tenido la aldea alpina. La guerra estaba en su peor momento. La hambruna y las enfermedades estaban haciendo estragos en el lugar.

Por las noches el frío calaba los huesos, el sonido de los cañones era aterrador, las balas agudas cortaban el aire, los gritos desgarradores de los heridos.

En la entrada de la aldea había una pequeña casa donde Pier y Adeline vivían, ella estaba embaraza de su tercer hijo. Todas las mañanas Pier salía a cazar algo para comer, mientras Adeline iba con sus hijos a juntar leña.

Ese 25 de diciembre llegaron los soldados y se llevaron los pocos hombres que quedaban en la aldea, entre ellos Pier.

Adeline y sus hijos quedaron desamparados. Como pudieron, siguieron con su vida rogando todas las noches para que Pier volviera.

Pasaron unos meses, Adeline y sus niños estaban juntando ramas cuando ella entró en trabajo de parto. Un soldado que pasaba cerca vio lo que ocurría, se encontraba en un estado lamentable: estaba aturdido y tenía una herida en la pierna. Él la ayudó a parir.

Ella lo invitó a su casa, le dio un plato de la poca comida que tenían y un lugar para dormir en el granero.

Una mañana llegó un telegrama, su Pier había muerto.

Con el tiempo el hombre comenzó a realizar las tareas que la familia necesitaba con desesperación: cazaba la comida, arreglaba la casa, se ocupaba de la siembra. Así se convirtió en su amigo y en un padre para sus hijos.

Un día Adeline se casó con el soldado; él por amor, ella por gratitud.

Un buen año la guerra terminó. El viento se llevó el olor a muerte y las penas, también.



Una tarde de verano Adeline estaba sentada en el porche de su casa mirando junto a sus niños cómo su marido armaba un rompecabezas cuando apareció un soldado.

Por unos segundos él y Adeline cruzaron sus miradas.

Luego ella entró a la casa en silencio y sus ojos llenos de lágrimas.





Texto: Mónica Yacob
El Perdido, Mayo 2016








Créditos: BibliopequeVAGABUNDIA Codrops ❘ Ilustración: ©Sofía Escamilla

“Por una biblioteca popular más inclusiva, solidaria y comprometida con la sociedad”
Ir Arriba