Biblioteca Popular José A. Guisasola

Campus virtual
Coordinadora: Julia Martín
Tallerista becada: Mónica Yacob




Texto: Mónica Yacob / Ilustraciones: Ada Alkar

Esa noche de verano, Anastasia no podía conciliar el sueño, por lo que salió a caminar por el bosque cercano a su casa. Estaba tan absorta mirando como la luna se colaba entre las hojas de los árboles, que no escuchó cuando se acercó aquel hombre borracho.


Sin darle tiempo a huir la tomó por los hombros y la tiró al suelo. Anastasia nunca olvidaría ese rostro desfigurado por el alcohol.

Cuando terminó se marchó dejándola tirada en el pasto.


Ella volvió tarde a su casa y no contó lo ocurrido, no supo cómo. Desde ese día se convirtió en una persona callada y temerosa, nunca más fue al bosque, juró veinte veces que no lo volvería a hacer. Pasó el tiempo y ella ocultó su embarazo hasta que su madre lo notó. La joven intentó contarle la verdad, mas ella no quiso escucharla y luego de insultarla la echó. Anastasia empezó a caminar sin rumbo, iba tan distraída que al cruzar la calle la atropelló un auto.

Despertó en un hospital, no veía. Preguntó a los gritos qué pasaba con su vista, si la recuperaría. El doctor Prados le dijo que ella y su bebé se habían salvado de milagro, pero era casi imposible que volviera a ver, el accidente había sido grave.

Estuvo mucho tiempo en el hospital donde dio a luz, ella quería a su bebé, pero no podía olvidar como había sido concebido.


El doctor Prados siempre estaba a su lado, con el tiempo se hicieron más que amigos.

El mismo día que le dieron el alta se casaron.

Todo estaba bien, pero ella quería dar al bebé en adopción. El la convenció que no lo diera, que lo criarían juntos, que el niño no era culpable de nada, que con amor todo se puede, que olvidara su pasado.

Así fue como Anastasia empezó una nueva vida, pero el rencor la perseguía.

Tuvieron más hijos y eran muy felices hasta una mañana que Anastasia dijo que veía una claridad.

Con felicidad le pidió a su marido que la llevara al oculista, pero para su sorpresa él le gritó que no debía volver a ver jamás por el bien de ella y el de sus hijos.



Texto: Mónica Yacob
El Perdido, Abril 2016

Ilustraciones: Ada Alkar
Guadalajara, Julio 2016







Créditos: BibliopequeVAGABUNDIA Codrops ❘ Ilustración: ©Sofía Escamilla

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